Producción y calidad

La calidad tiene muchas definiciones pero, en el campo del aceite de oliva, la calidad vendrá descrita por un zumo oleoso obtenido de aceitunas en perfectas condiciones de madurez, procedentes de un olivo sano; el aceite se obtiene de un fruto fresco y evitando toda manipulación o tratamiento que altere la naturaleza química de sus componentes, tanto durante su extracción como en el transcurso de su almacenamiento.

 

Dentro de una misma calidad se podrá encontrar diferentes tipos de aceites determinados por ciertas características organolépticas (color, olor y sabor) y componentes químicos.

 

El aceite de oliva es probablemente el alimento con mayores restricciones analíticas establecidas en la Legislación. De todos esos parámetros analíticos, los que se consideran como parámetros de calidad son: la acidez, los peróxidos, la absorbancia en ultravioleta y las características organolépticas establecidas por un panel de cata (el resto de los parámetros legislados son parámetros de pureza)

 

Es importante saber que la acidez del aceite no tiene nada que ver con el concepto de “ácido” que tradicionalmente empleamos, ni tampoco tiene nada que ver con la sensación de acidez en el estómago que produce el consumo de ciertos alimentos en personas con deficiencias gástricas. La acidez de un aceite es la proporción de ácidos grasos libres que contiene ese aceite, expresado en grados y ésa acidez sólo puede detectarse analíticamente por lo que un consumidor no puede detectarla en el paladar.

 

Por lo tanto, la acidez no es más que un parámetro empleado para catalogar los aceites y no guarda ninguna relación con el sabor.

 

La calidad de un aceite de oliva va a depender de múltiples factores que empiezan en el mismo árbol como consecuencia de una combinación de factores varietales (variedad de fruto), ambientales (clima y suelo), agronómicos (técnicas de cultivo, regadío…), de recolección (manual, mecanizada, vareo), de transporte (en cajas, en graneles, en sacos…), elaboración (recepción, clasificación….) y finalmente envasado.

 

Por tanto, llevar un exhaustivo control de todos y cada uno de esos factores es la única garantía de éxito.

 

Tanto los aceites de oliva como los de orujo de oliva, previamente al envasado han sido refinados y encabezados con aceites de oliva vírgenes de calidad comestible.

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